El arado es quizás el invento más revolucionario de la agricultura. Apareció 3500 años a.C. en Medio Oriente, donde aumentó la rentabilidad del campo y facilitó el trabajo de los hombres, que antes utilizaban hazadas, picos y palas para sembrar las semillas.
Los arados primitivos eran completamente de madera, hasta que los romanos les colocaron una cuhilla de hierro al mismo tiempo que comenzaron a utilizar bueyes para tirar de ellos. En 1730, en Inglaterra, se construyó el arado Rotherham, que por su forma triangular se adaptaba mejor para ser tirado por animales. Recién en 1808, se construyó el primer arado completamente de metal. Con la llegada del tractor, se facilitaron aún más las tareas del campo y se revalorizó el uso del arado. Actualmente, existen múltiples tipos de arados según el tipo de trabajo a realizar.